Ellos nunca habían visitado un motel, pero después de hacerlo nada volvió a ser igual… ¡Descubre cómo termina esta historia!
Continuando con los relatos eróticos en moteles que te prometí en mi nota anterior, aquí te presento una nueva historia llena de sensualidad, sexo y nuevas experiencias, pues como siempre te digo, más allá de los mitos que rodean al mundo de los moteles, visitar un Love Hotel es algo que todas las parejas deberían hacer.
Así que déjate seducir por este relato que encontre para ti y disfruta de leer cómo fue la primera vez en un motel de la joven pareja que protagoniza esta historia. ¡Empecemos!
La primera vez que Alejandro me llevó al motel
A pesar de haber tenido varios novios, a los 19 años seguía siendo virgen y fue justamente con Alejandro, mi novio en turno, con quien fue mi primera vez, y no solo me refiero al sexo en general, sino también a la primera vez que visité un motel o cogí en cada rincón de mi casa, pues debo admitir que ambos fuimos aprendiendo juntos hasta lograr encuentros completamente placenteros y muy excitantes. ¡Hicimos del rapidín nuestro mejor aliado!
Todos los jueves era lo mismo en su cuarto: empezamos a besarnos, de ahí a las caricias y apresurándonos, Alejandro bajó el cierre de sus jeans, sacó su pene y comencé a chupárselo, después me bajé los jeans y me recosté en la cama; Alex hizo mi tanga a un lado y comenzó a penetrarme "de perrito", sabía que me encantaba que lo sacara todo y volviera a metérmelo, follamos hasta oír llegar a su máma y corriendo tuvimos que vestirnos y fingir que solo estábamos platicando.
Obviamente, yo me había quedado con muchas ganas, igual que Alex, pero por suerte llevábamos tiempo planeando un fin de semana romántico exclusivo para los dos, y es que, tanto su hermano como su máma saldrían de la ciudad. Así que por un par de días Alejandro tendría la casa solo para él, por lo tanto, yo me encargué de decirle a mis padres que saldría de vacaciones con mis amigas a Valle de Bravo, dejando todo perfecto para que ambos gozáramos del amor.
Dado que ya todo estaba planeado, llegué a mi casa, me depilé por completo e hice la maleta, por supuesto metí un sexy conjunto de lencería que había comprado por internet para seducir la imaginación de Alex, me metí a la cama, jugué un poco y me quede dormida, lista para el excitante fin que me esperaba.
Al día siguiente fui a la universidad y después de clases mi novio y yo fuimos al super para comprar todo lo que nos hacía falta, por ejemplo, una botella de vino y algunas botanas, justo cuando estábamos listos para ir a darnos un encerrón en su casa, llamó Grace, la tía de Alex, para informarle que se quedaría todo el fin de semana en el recámara de su máma.
Pese a que esta llamada había cambiado por completo nuestros planes, no podía permitir que los arruinara y menos cuando ya le había dicho a mis padres que me iría de vacaciones, entonces, de camino a nuestros autos se me ocurrió que realmente nos fuéramos juntos a Valle, él dijo que sí, pero con la condición de que nos quedáramos en un hotel y no en la casa que mis papás tienen allá.
Pasamos a su casa y mientras Alex subía por sus cosas, yo me quedé pensando en la idea del hotel y es precisamente así que recordé las pláticas cachondas que me contaban mis amigas respecto a las maravillas de visitar un motel en lugar de un hotel común, pues todas coincidían en que era algo realmente excitante y muy placentero.
Sin embargo, cada vez que le pedía a Alejandro que me llevara a un motel me salía con la idea de que mejor cogieramos en su casa o en la mía, pero, como esta vez no podía ser en ninguna de las dos, decidí obligarlo a que me llevara a conocer uno.
Ya sobre la autopista México - Toluca y aprovechando que íbamos en su camioneta comencé a tocarlo por encima del pantalón, (yo sabía que eso le encantaba), posteriormente, le bajé el cierre y saqué su pene por la abertura de su bóxer, empecé a masturbarlo y cuando noté que estaba súper caliente y a punto de venirse, solté su pene y le propuse ir a un motel sobre la carretera que mi amiga Tamara me había recomendado, para mi sorpresa Alex no tardó ni dos segundos en decir que sí y tomar la desviación para salir al motel.
Una vez ahí, la excitación se apoderó de mí, un tipo se acercó a la ventanilla de la camioneta y nos preguntó "¿Sencilla o doble?", al ver nuestra cara de confusión nos planteó la pregunta en otros términos "¿por horas o toda la noche?". Alex volteó a verme y dije: doble. Nos cobró los $600 y nos indicó el número de habitación.
La cochera estaba abierta, Alex se estacionó y el tipo de la entrada se acercó, le dio un paquete de condones y apretó un botón para que se bajara la puerta del garaje. Se encendieron las luces y la mezcla de nervios y excitación se hizo más evidente, bajamos nuestras maletas y subimos por la escalera alfombrada, abrimos una puerta y prendimos las luces, tal y como me lo habían contado mis amigas.
La habitación era grande, tenía un Espejo Gigante en el baño y otro más frente a la cama, un Tubo de Pole Dance, una televisión, una cama King size, dos silloncitos y una mesa.
Alex entró al baño y yo me senté en la cama, prendí la tv y vi a una chica de mi edad metiéndose un vibrador, en eso escuché que tocaban la puerta, me asusté y solo dijeron "soy la camarista traigo las cervezas de cortesía". Las dejaron en un compartimento junto a la puerta, abrí una y empecé a tomar cuando salió Alex.
Nos empezamos a besar, y una a una nuestras prendas fueron cayendo y nos recostamos en la cama, yo empecé a besar la punta de su pene, lo tomé con la mano y lo metí a mi boca, estuve chupándolo como a él le gusta, pasé mi lengua por la punta y bajé hasta sus testículos mientras mi mano presionaba su miembro, hice esto hasta que él se vino en mi boca, me lo tragué todo y me fui a cepillar los dientes (es muy especial, no le gusta besarme después de habérselo chupado).
Regresé y me pidió que bailara para él en el Tubo, yo no tenía ni idea, pero puse en práctica algunos bailes eróticos que había visto en Youtube, supe que mis movimientos estaban funcionando cuando lo vi tener una erección, fui hacia él y empezamos a tocarnos, él me tocaba los senos, estiraba mis pezones y comenzó a chuparlos, con su mano empezó a buscar mi clítoris y lo frotaba mientras introducía un dedo en mi vagina que ya estaba completamente humedecida.
Alex se puso un condón, se acostó sobre la cama y yo me puse sobre él, lentamente comencé a montarlo para sentir su pene duro y grueso en mi interior, posteriormente aceleré mis movimientos y él no dejaba de hablarme sucio, me tocaba las nalgas y me mordía los pezones, me lanzó sobre la cama, se salió, me alzó las piernas sobre sus hombros y rápidamente me penetró con fuerza, la metió toda y la volvió a sacar, yo movía las caderas y no dejaba de gritar. Me excitaba ver en el Espejo como me estaba cogiendo Alejandro y, en unión con los gemidos que alcanzaba a oír de la vecina de al lado, me hacían sentir completamente inspirada.
Cambiamos de posición, me puse en cuatro, y Alex no tardó en darme nalgadas provocando que tuviera un orgasmo fenomenal, él se vino poco después que yo. Nos dimos un baño juntos, fajamos un rato, pedimos servicio a la habitación y continuamos divirtiéndonos con los gemidos de la vecina.
Vimos una película porno e imitamos un par de escenas, por ejemplo, esa en la que la protagonista se masturbaba frente a su pareja, así que me puse de frente a él, me quité la bata y empecé a tocarme, comencé acariciando mis bubis y bajé hasta mi pubis que estaba completamente libre de vello y así estuve hasta llegar a mi clítoris, el cual comencé a frotar suave y delicadamente, rápidamente empecé a chorrear e introduje mis dedos para complacerme.
Justo en el clímax de mi propio orgasmo, Alex se acercó a mí y me metió su pene en la boca, tomó mi cabeza y empezó a mover su pene hasta que se vino en mi, pero a diferencia de la primera vez, en esta ocasión eligió terminar en mis bubis.
Yo tenía ganas de más así que se la volví a chupar hasta que se le paró de nuevo, en ese momento él tomó el control y me puso en cuatro, me jaló el cabello, me embistió profundamente y comenzó a chocar su pelvis contra mis nalgas mientras me penetraba, yo gritaba de placer y él me daba nalgadas cada vez más fuertes, me decía que era su perra y yo no podía dejar de gritar, terminó en mis nalgas, me chupó el culo y me regaó el mejor orgasmo.
Sin lugar a dudas nuestra primera noche en un motel fue la mejor experiencia que pudimos tener juntos, por lo que desde esa ocasión, nos dedicamos a conocer todos los moteles de la CDMX que pudimos mientras duró nuestra relación pues, después de graduarnos de la universidad, él se fue a Madrid y yo me fui a Boston. Ahora solo somos amigos, pero nunca olvidaré lo bien que la pasabamos juntos.
Si tú como yo te has quedado con ganas de vivir una aventura como esta en el interior de una habitación de hotel, te recomiendo empezar a excitar a tu ligue con estas atrevidas preguntas para subir la temperatura y una vez que todo regrese a la normalidad proponerle conocer un nuevo motel con ayuda de Hoteles Kinky. Mientras tanto sigue disfrutando de tu sexualidad, seduce a tus sentidos, cuídate y quédate en casa.